MONICION DE ENTRADA
Seguimos avanzando en nuestro camino de preparación para la celebración del XXV ANIVERSARIO DE LA BEATIFICACION DE MARIA ANA MOGAS.
Este mes nos encontramos con la fiesta de Santa Clara y, como franciscanas y franciscanos, queremos acercarnos a ella, contemplar su persona, su espiritualidad y todo el peso que tuvo y sigue teniendo en la familia franciscana.
Es verdad que hasta hace pocos años relativamente, su figura y aportación ha sido casi ignorada, pero hoy sabemos la importancia e influencia que tuvo en Francisco y en los primeros años de la familia franciscana. Importancia e influencia que, aun sin nombrarla, también tiene en María Ana y en los orígenes de nuestra Congregación.
Damos gracias a Dios por la vida de estas dos mujeres y por el camino de acercamiento a Él y a los hermanos que nos abrieron.
ESCUCHAMOS TU PALABRA
Hay dos palabras que nos definen y desvelan la vida de Clara y la de María Ana: oración o contemplación y pobreza. Dos palabras que son, en definitiva, una sola realidad, la que da sentido y sostiene toda su vida: Dios. Dios, revelado en Jesús de Nazaret, Dios deseado y buscado por encima de todas las cosas, incluso por encima de la propia vida. Dios el único tesoro, frente al que están dispuestas a dejar todos los demás bienes, por los que nosotros tantas veces nos afanamos y preocupamos.
Vamos a escuchar un texto de San Mateo que nos habla de cuál debe ser nuestro tesoro y hacia donde orientar nuestras búsquedas
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran y roban. Acumulad mejor tesoros en el cielo, donde la polilla no destruye ni las cosas se echan a perder y donde ladrones no entran ni roban. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan ni almacenan; y vuestro Padre que está en el cielo las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?
Y de todos modos, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida siquiera una hora?
Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Mirad los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan; mas os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.
Y si la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, Dios la viste así, no hará mucho más a vosotros, personas de poca fe?
No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos o con qué nos cubriremos?
Los que no conocen a Dios se preocupan y buscan todas estas cosas, pero vosotros tenéis un Padre en el cielo que ya sabe que las necesitáis.
Por lo tanto buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán por añadidura” Mt 6, 19-33
Meditamos unos momentos en silencio, ¿qué me preocupa en la vida? ¿Cuáles son mis más preciados tesoros? ¿Busco a Dios y su voluntad ante todo? ¿Deseo que Dios sea mi tesoro?
Podemos terminar este momento escuchando una de las antífonas que María Ana solía repetir en oración: https://noviciadoiberica.wixsite.com/oramosconanamogas/antifonas
RECORDAMOS…
Y este deseo y búsqueda de Dios es una constante en la vida de Clara de Asís y en la vida de María Ana.
Sabemos que Clara, discípula y hermana de Francisco, concreta esta búsqueda como él, en dos actitudes que dan forma a su vida. La primera la pobreza, por la que siempre luchó, costándole mucho incluso en la institución eclesial que consideraba que las mujeres no podían vivir sin rentas, sin protección económica. Solo unos días antes de su muerte Clara recibe del papa Inocencio III, el “Privilegio de la pobreza”:
“Es cosa ya patente que, anhelando vivir consagradas para sólo el Señor, abdicasteis de todo deseo de bienes temporales; por esta razón, habiéndolo vendido todo y distribuido a los pobres, estáis totalmente decididas a no tener posesión alguna en absoluto, siguiendo en todo las huellas de Aquel que por nosotros se hizo pobre, camino, verdad y vida. De esta resolución no os arredráis ni ante la penuria, y es que el Esposo celestial ha reclinado vuestra cabeza en su brazo (…) En fin, en cuanto al sustento y lo mismo en cuanto al vestido, aquel que da de comer a las aves del cielo y viste los lirios del campo no os ha de faltar, hasta el día que, en la eternidad, él mismo se os dé pasando de una a otra, esto es, cuando para mayor fruición os ceñirá estrechándoos con su brazo derecho en la visión plena de él.
En consecuencia, y tal como lo habéis solicitado, corroboramos con nuestra protección apostólica vuestra decisión de altísima pobreza, y con la autoridad de las presentes condescendemos a que ninguno pueda obligaros a admitir posesiones”
Es un documento único en la Iglesia de la Edad Media. Tampoco en la historia posterior. Es, por ello, un signo distintivo y de identidad para las hermanas clarisas, las Damas Pobres. Pero Clara no busca la pobreza, busca solo a Dios. Y descubre en la pobreza el camino más adecuado y rápido para llegar a ser plenamente de Dios y para que Él sea su único tesoro. Solo desde la pobreza y dejando todo cuidado por las cosas materiales, las hermanas están libres para mirar solo a su Señor. Así Clara descubre que “orar es mirar amorosamente el espejo de la eternidad” y su icono-espejo era el crucifijo de San Damián, su oración y su vida, un proceso de enamoramiento bajo la acción transformante del Espíritu del Señor.
De María Ana leemos en la Positio (pg. 473) “en su itinerario de ascension hasta Dios, Sumo Bien, toma como punto de partida el desasimiento liberador de la pobreza y humildad” y alienta a sus hermanas a hacer lo mismo.
Su forma de vivir la pobreza se identifica con su manera de amar: “Poner a disposicion de los demás, su persona y todo aquello que constituía los escasos bienes del Instituto; su comprensión, su perdón…”
De ella recordamos sus actitudes y acciones ante los pobres, resumidaas en sus palabras: “Hay que dar hasta que no tengamos” o “A los pobres no los hagais esperar”
Desde esta vivencia avanza en su camino espiritual y llega a exclamar: “He encontrado el corazón de mi Rey, de mi hermano, de mi dulcísimo amigo Jesús. ¿Qué más puedo apetecer en el cielo ni buscar en la tierra?”
Como herederos de estas dos mujeres podemos preguntarnos si es así nuestra vivencia de los bienes materiales y nuestra oración y relación con Dios, con Jesús.
La beatificación de María Ana nos habla de que la Iglesia nos la pone como modelo de vida. Por eso recordamos este hecho con cariño y agradecimiento. Este mes escuchamos el testimonio de la hermana Esperanza Fernández y de Isabel Pérez, laica y educadora, de Chile. Lo encontrareis en el siguiente enlace:
REAVIVAMOS Y RESPONDEMOS AL DON RECIBIDO
Ser pobres, vivir libres y desposeídos, testimoniar que solo Dios es nuestra riqueza es nuestra manera de ser hermanos y hermanas de todos y ser franciscanos.
Queremos que recordar la beatificación afiance en cada uno nuestra vocación. Pedimos al Señor que nos muestre sus caminos y nos ayude a recorrerlos
ESPEJO.
Santa Clara usaba mucho el símil del espejo. Decía: “Orar es mirar amorosamente el espejo de la eternidad. Vivir es reflejar lo que se ve. El itinerario espiritual es contemplación transformante del mismo espejo. Espejo es el Hijo de Dios en la Palabra, el cuerpo del Señor en la eucaristía, el icono, la Iglesia. Espejo es Francisco y las hermanas. Toda la fraternidad es espejo-icono en cuerpo y alma, para los de cerca y los de lejos”
Pedimos al Señor que nos ayude a miramos en su espejo para que su Espíritu nos vaya transformando y le reflejemos con nuestra vida. Así podrán conocerle y amarle cuantos nos rodean.
Todos: Danos Señor ser espejo de tu bondad y de tu amor.
LÁMINA DE PAISAJE CON AGUA
El agua fresca, cristalina, nos habla de limpieza, de transparencia, de verdad sin tapujos, de no intentar aparentar lo que no somos… de sencillez. María Ana y Clara son así, reconocen sus carencias, saben de quien deben esperarlo todo… no necesitan disimular. Por eso el Señor, que siempre salva a los humildes y a los pobres, las escuchó y las santificó. Ellas son nuestros modelos, el agua fresca que nos inspira a seguir adelante en nuestra vida.
Al presentar esta lámina con la imagen del agua al Señor le pedimos que nos haga limpios, fuertes, transparentes…
Todos: Danos Señor ser limpios, fuertes y transparentes en nuestra vida
EUCARISTIA
Santa Clara es, en muchos ambientes, un referente a la Eucaristía. Sabemos de ella que con el Santísimo Sacramento en la mano defendió a su comunidad del ataque de los sarracenos. No necesitó más armas, solo la fe en la presencia del Señor hecho pan.
Nosotros también, en esta celebración, miramos al sagrario y en silencio, dedicamos un tiempo a adorar a Jesús en la eucaristía, abriendo al Señor nuestro corazón y dejando en Él nuestras peocupaciones.
ORACION FINAL
Rezamos juntos esta oracion que os invitamos a rezar cada día hasta el 6 de octubre
Padre nuestro, Señor de la vida,
Hoy como ayer, acudimos a ti
como familia comprometida con el legado de María Ana.
Queremos seguir haciendo camino de encuentro en la fe,
compartiendo la esperanza de paz, bien y justicia para todos
y siendo en cada lugar, misioneros de un amor sin fronteras.
Te lo pedimos por mediación de la Beata Maria Ana, madre y maestra de caridad verdadera.